Crítica de arte
Hokusai
Hokusai
Katsushika Hokusai (1760, Edo-1849, Tokio, Japón), conocido simplemente con el nombre de Hokusai (北斎), pintor y grabador japonés adscrito a la escuela de ukiyo-e del período Edo. Artísticamente influenciado por Utagawa Hiroshige, Utagama Kuniyoshi, Katsukama Shunshõ y Masayoshi Kitao. Emplea una diversidad de nombres a lo largo de su carrera creativa, como Shunro, Sori, Kako, Kakyoin, Litsy y Manji.
La técnica ukiyo-e está caracterizada por unas estampas en madera (xilo[1]grafía) impresas en varios colores, e iconológicamente muestran las costumbres y tipos de vida japonesa en el siglo XVIII, aludiendo literalmente a un “mundo flotante”, que ultima con el título de “pinturas del mundo flotante”. Estas obras son conocidas en Europa, de forma casual e indirecta, pues al ex[1]portar Japón cerámica al occidente en el siglo XIX, éstas se envolvían con estampas de ukiyo-e (que no tenía por entonces valor de obra de arte), asegurando que no se rompieran durante su trayecto comercial. Pero, al observarse estos grabados sobre todo en Francia, terminaron llamando la atención por la innovación técnica empleada, así como por la perspectiva y la multiplicidad de colores aplicados con distintas estampaciones sobre una misma plancha (practica desconocida hasta entonces en suelo galo), denominándose a todo ello en su conjunto como “japonismo”. Durante el siglo XIX, distintos artistas del ukiyo-e y especialmente la figura de Hokusai influye en el proceso creativo de distintos pintores impresionistas franceses…, como Monet, Manet, Renoir, Van Gogh… (Ministry of Foreign Affairs of Japan, 2020).
Hokusai es autor de una inmensa y variada obra artística. Realiza grabados de paisajes, los denominados Treinta y seis vistas del monte Fu[1]ji (富嶽三十六景, Fugaku Sanjūroku-kei) (ca. 1830-1833)[1] y las Cien vistas del monte Fuji (1834), que muestra una fijación personal con el monte Fuji. Asi mismo en el Hokusai Manga (北斎まんが, Hokusai Manga) (1814-1849), representa la vida diaria de la población japonesa, con precisión técnica y sentido del humor. Dentro de la producción titulada Cien vistas del monte Fuji, destacan La gran ola de Kanagawa (神奈川沖浪裏, Kanagawa Oki Nami Ura) y Fuji en días claros (凱風快晴, gai kaze kaisei), que le asegura la fama a Hokusai en el Japón como internacionalmente, a lo largo de la historia.
El monte Fuji no sólo es admirado por el pueblo japonés, sino que desde 2013 es considerado patrimonio mundial por la Unesco. En estas circunstancias, cada obra del monte Fuji representada por Hokusai “es muy particular y tiene un encanto inagotable, con sus vividas representaciones del monte Fuji según el cambio de estación, y presenta un aspecto distinto dependiendo de su ubicación geográfica”[2] (Ministry of Foreign Affairs of Japan, 2020).
Miguel‐Héctor Fernández‐Carrión
Bibliografía
Datosmacro.expansion.com (2024) “Japón: economía y demografía”, Expansión, https://datosmacro.expansion/paises/japon.
– (2022) “Japón-Población”, Expansión, https://datosmacro.expansion.com/demografia/-poblacion/japon.
Gordin, Michael (s/f) cfr. CNDH (s/f) “Los bombardeos de Hiroshima y Nagasa[1]ki”, CNDH, https://cnhd.org.mx/noticia/los-bombardeos-de-hiroshima-y[1]nagasaki-0.
Ministry of Foreign Affairs of Japan (2020) Katsushika Hokusai: una influyente figura en el arte de todo el mundo”, https://we-japan.org/- trends/es/fashion/fas201910_hokusai_es.html.
Zavala, Alfredo Román (1997) “China y Japón”, https://biblioteca.clacso.- edu.ar/Mexico/ces-colmex/20200915060151/China-y-Japon.pdf.
[1] Publicada cuando cuenta el pintor con 72 años de edad.
[2] Hokusai “comenzó a crear muchas estampas del monte Fuji después de un acontecimiento que sucedió cuando estaba en sus cincuenta años. Abandonó Tokio para visitar a un aprendiz a unos 350 kilómetros al oeste, en la prefectura de Aichi, y se alojó en diferentes posadas ubicadas en el camino a lo largo de su viaje a pie. Durante su viaje, esbozó las vistas del monte Fuji visto desde cada una de estas posadas. Los años siguientes refinó las composiciones de los bocetos dibujados en cada lugar. A base de estos esfuerzos, consiguió crear Fugaku Sanjurokkei” (Ministry o Foreingn Affairs of Japan, 2020).
Katsushika Hokusai
Japón, 1760-1849
Maestro del Ukiyo-e (浮世絵), o el arte de los grabados japoneses entre los siglos XVII al XX, Hokusai fue uno de los artistas más prestigiosos de Japón y desde luego el artista japonés más internacional.
Sus dibujos, llegados a París a mediados del siglo XIX, fascinaron e influyeron en todos los impresionistas, de Monet a Van Gogh.
Pero su influencia no acaba ahí: hay quien asegura que sin Hokusai, variadas disciplinas artísticas como la xilografía moderna, el diseño gráfico, el cómic, el manga e incluso el tatuaje no serían los mismos.
Artista de una humanidad legendaria, se consideró siempre «un simple aprendiz» y firmó sus obras con distintos nombres, como «Shunro», «Sori», «Kako», «Taito», «Gakyonjin», «Iitsu» y «Manji». Muy trabajador, se levantaba temprano y pintaba hasta la noche, dibujando hasta el último día de su vida. Pese a ser un anciano, en sus últimos días fue adquiriendo más y más energía y espontaneidad. Gozó de un gran prestigio en la comunidad artística japonesa y sus grabados llegaron a occidente, donde los jóvenes artistas supieron captar su evidente y original genio.
Hokusai se integra con pasmosa facilidad en la cultura popular occidental. De hecho, fue el primer japonés en exponer fuera del país y sus imágenes son ya iconos globales de la historia del arte. Al abandonar el costumbrismo tradicional y entregarse a paisajes dinámicos, místicos, peligrosos… en los que la figura humana juega un papel secundario, se hace evidente que tenía muchos puntos en común con el romanticismo.
Pero plasmó también escenas de la nueva sociedad japonesa, ilustraciones para cuentos de fantasmas, retratos de actores y unos excelentes dibujos eróticos.
Para el, el arte era un juego, una forma de divertir y divertirse.
[…] a la edad de cinco años tenía la manía de hacer trazos de las cosas. A la edad de 50 había producido un gran número de dibujos, con todo, ninguno tenía un verdadero mérito hasta la edad de 70 años. A los 73 finalmente aprendí algo sobre la calidad verdadera de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, las hierbas o los árboles. Por lo tanto a la edad de 80 años habré hecho un cierto progreso, a los 90 habré penetrado el significado más profundo de las cosas, a los 100 habré hecho realmente maravillas y a los 110, cada punto, cada línea, poseerá vida propia […]
Miguel Calvo Santos, 2016